Pasión de la tierra

Son muchas las personas que nos han pedido una edición facsímil de Pasión de la Tierra, publicada en 1946 en la colección Adonais, dirigida entonces por el poeta José Luis Cano. A la sobrina del autor, doña Amaya Aleixandre, le agradecemos su amable autorización para que Ediciones Rialp pueda ofrecer esta joya bibliográfica a los amantes de la obra del Premio Nobel.

Compuesto entre 1928 y 1929, Pasión de la Tierra vio la luz por primera vez en 1935, en la Editorial Fábula, de México. Si bien no es definitiva, la versión aparecida en Adonáis fue aumentada –veinticuatro poemas, distribuidos en cinco apartados, frente a los dieciocho, en cuatro secciones, de la edición anterior–, y supone la primera incursión de la poesía española en el surrealismo, de ahí su particular interés. Aunque no sea una de las entregas de Aleixandre en que los jóvenes centren más su atención, el presente volumen tiene la virtud de desvelar al poeta más enigmático, ése que da paso a títulos señeros: Espadas como labios (1932) o La destrucción o el amor (1935) por ejemplo, a los que arroja luz y sentido pleno.

Pasión de la Tierra es poemario telúrico, en el sentido más exacto de la palabra, de evasión hacia las profundidades de la tierra. Se trata de un libro de gran complejidad, así ha sido valorado por la crítica, en “donde la imaginación pesa más que la memoria”, como especificaría el propio autor; de poemas en prosa, basados en la conexión de frases sin una trabazón sintáctica lógica; con expresiones visionarias deslumbrantes que descubren el espíritu desazonado que turbaba a aquel Aleixandre recién incorporado al mundo de la poesía, pues sólo Ámbito (1928) le antecede. Bajo unos principios cuyas raíces literarias hay que buscarlas tanto en autores europeos de la talla de Lautréamont, Rimbaud o Joyce como en españoles de la significación de Gómez de la Serna o de otros de su propia generación, en el volumen subyace una visión panteísta de la naturaleza y un sentimiento erótico del amor como fuerza insumisa, fuentes tan vivas a lo largo de la producción lírica posterior del poeta andaluz.

Para Adonáis, el reencuentro con esta obra romántica de Aleixandre representa un homenaje al autor, que se erigió en uno de los personajes más influyentes en los principios y el desarrollo de la colección. Un homenaje indispensable al poderoso impulsor de una estética iluminadora, sugerente, abierta al hombre, y al que tantas voces poéticas de posguerra reconocen como un indiscutible y egregio maestro.